Y sigo aprendiendo

Ha sido una semana muy productiva, y eso que aún no ha acabado. La de cosas que se aprenden si se ponen todos los sentidos a trabajar.

-He aprendido que no debo dejar a mi hija meterse en mi habitación a elegirme la ropa, ya no solo porque lo que elija es imposible que me lo ponga, entre otras cosas porque en su edad preadolescente e influida por el canal Disney lo que elije es más propio de Hannah Montana sino porque cuando abres tu armario y tus cajones sin acordarte de su hazaña te entra un repelús pensando que ha entrado un caco en casa.

-He aprendido que no se debe envidiar a una compañera (aunque sea envidia sana) cuando el viernes le faltaron 10 niños, no, no se debe, porque llevo cuatro días con 10-12 niños y me aburro. Que el primer día estuvo bien, el segundo casi bien, pero es que ya los echo de menos.

-He aprendido que ir de fuerte por la vida tiene consecuencias, y es que si estás mal estás mal. Que hay veces que no me entero…… menos mal que al final sucumbí a la cordura.

-He aprendido que si quiero algo tengo que pedirlo, y es que mis hijos las indirectas no las pillan (ya me cuesta que pillen las directas) Órdenes claras y concisas, total la carita de pena me la van a poner igual y yo me ahorro un mal rato.

-He aprendido a no llevarme malos ratos en los claustros, ¿Qué más da que se lea un acta inventada de un claustro ficticio? ¿Qué más da que intenten con indirectas que presentes un proyecto que han intentado boicotear al plan de innovación educativa porque necesitan el dinero para el colegio? ¿Qué más da que intenten hacerte sentir culpable si dices que no porque el ministerio les tiene a cuatro velas? Que total, si es el pan nuestro de cada día, que no merece la pena...

Lo que está claro es que hay cosas que solo se aprenden viviéndolas y la de cosas que me quedan por aprender, menos mal que tengo tiempo y que al final el mundo no se acaba.