martes, 24 de febrero de 2009

El poder de la aromaterapía




Esta mañana he ido al estanco, es curioso que algo tan cotidiano ( aunque sé que debo dejar de fumar...) haya podido transportarme en el tiempo.

Sí, así ha sido, al entrar olía a puro......a ese puro que fumaba mi padre cuando yo era una niña. Por unos instantes le he recordado a mi lado, con su casi 1´90 de estatura y sus más de 100 kilos, con esa apariencia fuerte y protectora que me hacía sentir que estaba a salvo, esa apariencía que hace muchísismo tiempo que perdió.

Al salir y volver al coche he sentido la necesidad de hablar de él con mis hijos, no soy de contar batallitas, ni de hablar de mi infancia.....pero ese olor me ha hecho sentir que mi padre estaba ahí, conmigo.


Así que les he contando lo enorme y grande que era en esa época y cómo no, el miedo que le tenían los niños del barrio, no sólo por lo que imponía sino sobre todo por su mal carácter.

Mi padre no perdonaba su siesta por nada, trabajaba mucho y esa horita en su sillón debía ser respetada por todos y sino oíriamos sus gritos, con esa voz profunda y fuerte ,que él llamaba voz de tenor y nosotros voz de ogro.

Cuándo no había colegio, era normal que todos los críos salieramos a la calle a jugar, daba igual la hora....pero para mi padre lo importante era que respetasemos la fachada de casa (era una planta baja) y no oirnos ni oir el timbre de la puerta durante una hora.

Evidentemente no todos los niños del barrio cumplían con aquella "norma" al fín y al cabo ningún padre nos quería bajo sus ventanas.

Cuándo mi padre oía a los chicos jugar al futbol salía a la puerta y con esa voz tan fuerte , antes comentada, les decía:

-Iros de aquí o me como la pelota


Los críos salían pitando, auqel hombre tan grande, fuerte y con esa voz les asustaba lo suficiente. Tanto es así que cuándo mi padre llegaba a casa y estaba aparcando el coche los niños y niñas salían corriendo gritando:

-¡¡¡Que viene el "comepelotas"!!!


A mí aquello no me importaba, al contrario, me hacía sentir especial. Yo me acercaba al "comepelotas" sin miedo, me ponía de puntillas para darle un beso y entraba con él a casa, mientras observaba como los otros niños y niñas se escondían en los portales. Yo no tenía miedo, yo le quería y él a mí, yo era especial.


Mi madre conocía aquel mote, pero en casa se decidió guardar el secrteto, mejor que mi padre no lo supiera......


Con el tiempo se lo hemos contado, él dice que no entiende por qué le temían y yo estoy convencida de que no es capaz de entender como la corpulencia y la voz grave es capaz de asustar a un niño, ¿no son así los ogros de cuento?


El aroma a puro me trajo recuerdos lindos, y aunque jamás te lo he dicho : papá, te quiero

P.D doy fé de que jamás se comió una pelota

1 comentario:

  1. Muchas veces guardamos de la infancia una parte genérica que puede ser hasta mala, pero arañando un poquito encontramos aromas, colores, palabras y sentimientos que nos hicieron sentir algo hermoso. Es bonito de vez en cuando hacer viajes en el tiempo.

    Qué bueno lo de Comepelotas, jajajaja... :)

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